“Llegar al Cuzco, ciudad sagrada del Imperio Inkaiko, haber recorrido sus ruinas, entre ellas las de Machu Picchu, cantado en una liga campesina de puros indígenas y haber logrado una comunicación tal que ellos terminaran enseñándome sus canciones quechuas, ha significado algo así como el regreso al centro de mí mismo y a lo que representan en nosotros estas malogradas culturas. Por eso es que sentirse en la cumbre del Machu Picchu permite conocer y comprobar, con un peso emocional enorme, eso que llamamos el “Hombre Americano”. Es haber llegado a la síntesis de lo que es hombre, tierra e historia, donde el poder creador humano tiene su más bello baluarte (…). Concluida la gira resulta como idea final de esta nueva experiencia en Perú, que el canto nuevo, el canto comprometido, toma dimensiones que van más allá del alcance de uno mismo, y esto, yo creo, es porque vivimos en un continente en llamas y porque nuestro pueblo, Chile, está en el corazón del pueblo peruano que comienza a vivir su propio proceso de cambios”, contó a El Musiquero.
Cabe señalar los desvergonzados llamados al pluralismo del redactor, al mismo tiempo que lanza sus puyas a los hippies locales, todo esto en medio de referencias cristianas a la comunión. Todo un testimonio de época.
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